martes, 30 de diciembre de 2008

Mi novela

[TODAVIA NO TIENE TITULO, CUANDO ESTE SEGURA DE CUAL LE VOY A PONER, LO PONGO]

CAPITULO 1: Mi mundo promedio.

- Magali! Levantate yaaaaaa! Estas llegando tarde, si no te levantas ya, te vas a tener que ir caminando al colegio. ¡Te doy 10 minutos nada más si queres que te lleve!
Estaba demasiado cómoda en mi cama, tan calentita, tan abrigada y afuera hacia tanto frío, era un frío día lunes de mediados de Abril. Lunes, empezaba la semana. Siempre fui de odiar los Lunes (no creo ser la única), volver al ruedo se hace tan denso cada primer día de la semana.
- Magali! ¡Espero que estés bajando ya!
¿Y que hay más lindo que levantarte un Lunes para ir al colegio a las 7 de la mañana y aparte con los gritos de tu mamá sonando abajo en el comedor? Es la mejor manera de levantarse. Para mi gusto no hay nada que me irrite más que levantarme por sus gritos. Claro esta, que esto no pasaría si yo fuera responsable y me pusiera el reloj despertador a las 6:30 AM. Pero era una posibilidad tan remota como que nieve en verano.
- Por fin hija, cuando vas a aprender a levantarte sola, no puede ser que siempre llegues tarde al colegio. Y cuando no llegas tarde, por salir apurada te olvidas algo…
- Ya se mamá…
- Vos todo lo resolves con un “Ya sé mamá”, pero jamás aprendes.
- ¿Dale me alcanzas al colegio?
- Si, dale vamos, ¿no te olvidas nada no? Yo no voy a salir corriendo de la oficina para llevarte nada.
- No mamá no me olvido nada, quedate tranquila.
Así empezaban la mayoría de mis días hábiles escolares, los gritos de mamá, no encontrar las medias de nylon para ponerme junto con la pollera del colegio, desayunar y salir volando para el colegio. Me presento, Soy Magali Del Río, 16 años, hija única, curso 5 año de la secundaria, promedio 7 en el colegio. Vivo con mi mamá. Secretaria en una empresa de ropa. ¿Mi papá? No lo conocí. Murió cuando tenia apenas 3 años, tengo muy pocos recuerdos de él, salvo los videos caseros, que a medida que pasa el tiempo, los veo cada vez menos. Mamá siempre me cuenta que el me quería, que para el siempre fui la luz de sus ojos. Sé que no lo tengo en cuerpo presente día a día a mi lado, pero lo siento. Sé que él me acompaña en cada emprendimiento que hago, en cada salida de mi casa, es mi ángel.
- Maga, ¿que vas a hacer después del cole?
- No sé, no arregle nada con las chicas. ¿Por qué?
- Porque no sé a que hora vuelvo a casa. Ortiz me da cada vez más trabajo, pero no me puedo quejar, tengo mi merecido aumento.
- Bueno, quedate tranquila, te voy mandando mensajes y me decís más o menos a que hora pensas que podes llegar. ¿Venís para cenar?
- Espero poder llegar hija, espero. Dale que ya llegamos, no te olvides la mochila por favor, ¿eh?
- Gracias má, después hablamos. Bye.
- Chau, te quiero hija.
Con el frió que hacia fuera, no tenia ganas de bajarme del auto, iba con la calefacción y la sola idea de tener que bajarme para entrar a ese frió edificio, me hacia temblar. Mentira, no era frió el colegio, al menos no tenia derecho a serlo. Con lo que cada uno de nosotros pagaba de cuota, tendría que ser el mejor colegio de todo Buenos Aires. Pero cualquier cosa era demasiado fría para mí si no era mi cómoda cama de dos plazas en mi cuarto.
Voy al Instituto Las Clavelinas, puro chetaje, pero como para mi mamá era “el mejor colegio al cual podía asistir”, no pude resistirme demasiado. Mis amigas están muy lejos de ser “chetas”, son tan comunes y simples como yo. Nos conocemos desde que entramos y jamás nos volvimos a separar, tuvimos nuestras peleas, pero nada que no se pueda arreglar con un simple “perdón” y un abrazo.
Sandi. La más estudiosa de las cinco, ideal para sentarse al lado un día que se te hizo imposible estudiar. Buena onda, esa amiga que siempre tiene la palabra justa. Padres que están en la política, dos hermanas mayores, que ya están trabajando y viven solas.
May, la sincera. Si ella te tiene que decir que te queda patético ese Jean y que jamás se te vuelva a ocurrir ponértelo, te lo dice sin ningún tipo de problema. Razonable al 100%, no tiene tabúes para hablar de nada. Nada salvo su familia. Su madre los abandono a ella y a su padre cuando solo tenía 6 años. Es su gran karma, pero su padre se desvive por ella y ella es feliz así.
Julie, la que ama la joda. Mi mejor amiga, ella todos los fines de semana organiza algo para que salgamos, tiene hormigas en los pies, para no decir en otro lado. Es lunes y ya esta organizando lo que hacemos el finde próximo. La mente maestra de cada salida. Madre docente, padre arquitecto, hija única como yo.
Mica, la casada. Esta felizmente de novia hace 8 largos meses, y prometen más. Se prende en todas las jodas también, pero vive pendiente de que hará Martín a cada rato. Hay momento en que cansa ya, pero cuando alguna de nosotras esta por estallar y tirarle el celular por la escalera, alguna la rescata y le baja los humos. Una hermana mayor, un hermano menor, padres separados, madre ama de casa, padre dueño de una de las chocolaterías más grandes de Mar del Plata.
Y por ultimo, yo. Maga. Soltera, jodona, algo soñadora, colgada, romántica, miedosa y ciclotímica a más no poder. Puedo estar saltando de la felicidad y pasa algo, y puedo derrumbarme como un castillito de arena al lado del mar. Me gusta salir, comprarme ropa, tengo ataques a veces de creída, pero las chicas me hacen bajar a la realidad en 5 minutos. Repito, hija única, madre viuda, secretaria.
Creo que resumí bastante bien mi círculo íntimo, con ellos comparto casi todos mis días.
Y ahí estaban ellas esperándome para entrar, es como un ritual, si no estamos las 5 en la puerta, no entramos, salvo que alguna haya avisado que no iba. Siempre fuimos muy unidas, las 5 entramos en 1er año y desde ahí pegamos toda la onda. Esa es la gente con la que comparto todos mis días. En el colegio, en mi casa, son parte de mi vida. Mi vida. Un mundo especial donde cada uno cumple un rol muy importante para mí. Estos son los personajes de mi vida, de mi novela. En la cual soy una doncella que sale por los jardines de su reino en busca de algo especial cada día, algo que le de gusto y color. Lo que no sabía es que ESO que le faltaba a mi vida estaba muy cerca. Tanto como a la vuelta de la esquina.

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